El año pasado, en la comunidad colimense de Marabasco hubo una evidente desorganización en sus fiestas taurinas, vendidas a un empresario jalisciense de la región.

Hace unas semanas, en la agencia de Emiliano Zapata, conocida como El Ranchito, no se cumplió con el programa anunciado para el cierre de las fiestas taurinas.

Al baile nunca llegó la anunciada Banda R15, provocando malestar e indignación entre el público asistente que había pagado un precio especial y tuvo que conformarse con la presentación de un grupo norteño.

En estos casos, el polémico empresario simplemente se lavó las manos, ni siquiera dio la cara ante el irritado público.

Historias como estas se han repetido una y otra vez, protagonizadas por voraces empresarios que no cumplen con el espectáculo anunciado en los programas y de paso no respetan siquiera precios accesibles aumentando excesivamente el costo de la cerveza, refrescos y botellas de agua.

En un intento por revivir las fiestas taurinas en el ejido Villa Obregón los empresarios no pudieron cumplir con el programa ante la falta en el escenario de Banda Puro Grullo, que sufrió un percance en su traslado desde el centro del país a esta zona costera, cancelándose por fuerzas mayores su presentación.

Cierto es que las fiestas están en riesgo y difícilmente volverán a comunidades como Jaluco, Lázaro Cárdenas y San Patricio-Melaque, donde prácticamente mataron las tradiciones.

Hay descontento social por los abusos de empresarios que encarecen los eventos y no cumplen con lo anunciado en el programa, lo que está generando un clima de desconfianza en esta región costera.